El Último Renglón
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Foto de Linh Le en Unsplash |
Este microrrelato ha sido publicado en inglés en la revista SciFanSat, número 21, como The Final Line.
El Último Renglón
Volaba entre castillos, montañas de fuego, valles prohibidos y dioses inventados. Helen no necesitaba calzarse las botas para recorrer nuevos mundos. El papel en blanco era su lienzo —y su vida.
Hasta que dejó de serlo.
Hasta que se encontró a sí misma rezando a las musas, rogando que le abrieran de nuevo la puerta a aquel delirio exquisito, a los universos que se perdían en una tinta que se secaba con el paso de los días.
Y, al fin, alguien respondió.
Primero fueron susurros en la noche, estrellas que se esparcían entre sus dedos mientras escribía en la madrugada, poseída por la inspiración. Y, luego, el impulso insaciable se abrió paso en la vigilia. Apenas dormía, pero, ¡cómo soñaba!
Tanto se entregó a su musa que no lo vio venir. Su pluma bailaba componiendo su obra maestra. Y eso era lo único que importaba. Rozar la locura para lograrlo era un precio aceptable; rendir su consciencia a aquel ser de inmaculado blanco, palabra por palabra, era… «¿Qué era?»
«Tarde, muy tarde», comprendió antes de desaparecer.
Era el último renglón, la última aventura antes de sucumbir al vacío de los protagonistas olvidados. El nombre trazado con delicadeza al final del manuscrito no era el suyo…
Tras eras aguardando el momento, por fin la musa firmaba su obra.
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